El anuncio de la marcha el 30 de junio de Iker Muniain del Athletic de Bilbao tras 15 temporadas en el primer equipo estalló en el entorno rojiblanco como una noticia inesperada. Se aguardaba que siguiera al menos una campaña más una vez conseguido el título de Copa del Rey con el de La Txantrea como su máximo icono en el penal anotado en La Cartuja, por colarse de nuevo en Europa, y pilotando las celebraciones en la ría de Bilbao, pero Muniain, el capitán del equipo de Valverde, quiere sentirse importante, con mayor protagonismo.
Como deslizaba en su vídeo de despedida “es lo mejor tanto para mí como para el club”. De hecho, el Athletic estaba dispuesto a renovarle, aunque fuese a la baja por su alto contrato actual, pero la decisión, tras una lógica maduración del mismo, estaba tomada por parte del navarro.
Otras vías como alguna otra Liga europea, Arabia y Dubái tampoco son descartables en un fútbol globalizado. Empieza el breve las negociaciones por encontrar el mejor acomodo a un Muniain que es ambicioso y futbolero empedernido, que prefirió minutos fuera de Bilbao que la comodidad de seguir en el Athletic aunque sea con un rol menos llamativo. El talento es innato.
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